viernes, 24 de junio de 2011

Exégesis Al Cantar de los Cantares

Cuentan, que cuando la luna es un disco,
bajan por sus rayos unas criaturas minúsculas;
que quien las respira bajo el aire de la noche se
enamora de la primera persona que ve.
Así mismo, cuentan, que cierta noche, bajo la luna plena,
el rey se asomo al balcón, y sin querer, la amo.
Era una sombra, una gacela, la hermosa morena
que por allí paso. Embriagado en sus ojos:

"Cascabel de luz negra
que mi ojo heriste
entrégate ami abrazo
y te doy cuando existe.
Deja que en tu vientre
se complazca mi amor
que me arrulle en la noche
el ruiseñor de tu voz.
Trae tus pasos hacia el bosque
trae tus pechos a mis monos
que en tumulto
se agolpan en mis labios
las fuerzas del verano"

No transigió la Sulamita. Ni palabras ni palacio
la conquistaron. Alguien imaginar jamás pudo,
que esa misma noche, un joven pastor que
viniendo del pasto, en la encrucijada, viéndole
a ella se tropezó; ella tendió su mano, y en los ojos de ambos,
la luna, que también es un ojo, se reflejo.

Por una gacela, por una sombra se extravió el rey Salomón.
No es culpable noche de su hermoso dolor, la culpable es la
luna que le hirió el corazón.

"Gerardo Castillo Javier" (Entre Dragones)

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